El alucinante auge de la literatura erótica

Hace unos años, ser el hijo del conocido como el rey del porno escrito podría haber sido un estigma social casi imposible de llevar de por vida; que se lo digan, si no, a Chris Offutt, que lo ha tenido que sufrir en sus propias carnes. El ser el hijo de Andrew Offutt lo ha marcado sin lugar a dudas, y aunque Chris se ha convertido en escritor y guionista de algunas series bastante famosas, la alargada sombra de su progenitor siempre ha caído sobre él.

Podeos pensar que ahora ya no es así, y que la pornografía es algo bastante aceptado en nuestra sociedad avanzada para que nos escandalice algo así. Pero ¿en realidad lo es? No tengo un número exacto del porcentaje de población mundial que es consumidor de porno habitual; pero te aseguro que es bastante alto, incluso tanto que mucha gente pudiera sentirse escandalizada. La hipocresía con respecto a todo contenido sexual para adultos, que está ahí y que tiene un consumo habitual como bien marcan las cifras, es enorme en nuestra sociedad. Y te mentirán los que te digan que no lo consumen, y también los que te digan que no constituye un enorme motor en la sociedad actual.

¿Sabes esa cosita llamada internet? Sí, esa herramienta que en la actualidad se ha hecho algo imprescindible en nuestras vidas, que nos la facilita y nos la complica también a veces, y que sobre todo el último año con la pandemia del COVID-19 ha conseguido que todo nuestro mundo no es hundiera a pedazos. La web es un invento relativamente reciente, y no hace tanto que se convirtió en un producto de consumo generalizado tanto por empresas como en los hogares; y no sería justo no darle el crédito que se merece a los videosxxx. Internet no sería lo que es hoy en día si en los inicios de su comercialización no hubiera estado lleno de contenido pornográfico; y lo que es más: contenido porno gratis, que realmente marcó su éxito y su auge en todo el primer mundo hace solo unas décadas.

Aún así, el mundo del porno es un mundo prohibido, un mundo que hay que esconder y que se sigue presentando como uno de los grandes tabúes del siglo XXI. Sin embargo, el negocio que representa la pornografía no es algo que pueda ignorarse, porque si hay algo que puede hacer que el ser humano deje la hipocresía a un lado, es sin duda alguna el dinero. Y como es una industria boyante y que no deja de crecer, entenderás que es imposible que tenga tan pocos consumidores como los que lo admiten directamente; no hay que hacer muchas cuentas para percatarse de que realmente tiene un público fiel, no sólo la pornografía en sí, sino todo lo que suene a sexualidad y erotismo por extensión.

Seguramente te hayas dado cuenta de que el cine, la televisión y la literatura han aprovechado también esta especie de liberalización sexual; puede que no usen la pornografía en sí, pero sí que se aprecian en ellas escenas de alto voltaje, de esas que hasta hace poco se denominaban «de 3 rombos«. No hay duda del auge de la literatura erótica, que cuando ha sido llevada a la gran o pequeña pantalla, han dado lugar a películas y series donde la atracción sexual se manifiesta sin pudores, e incluso pueden ser el eje de la historia. Ah, pero por supuesto, por mucho éxito que tengan estas producciones y los millones de euros y de público que muevan, seguramente muy pocos admitirán que las ven, que les gusta, y que mucho menos las llegan a considerar manifestaciones artísticas.